¿Cómo elegir lo que se quiere llevar a escena? ¿Cómo contarlo? ¿Con quiénes contarlo? ¿Cuál es la razón última: el público, el gestor o, algo más íntimo, como tu pasado o esa proyección futura no alcanzada? ¿Es lo suficiente sólida tu elección para un adentramiento feroz? ¿Cuántos son los miedos que acumulas ante un nuevo abismo estético? ¿Cuánto estás dispuesto a perder por soportar la incertidumbre? ¿Esta nueva historia elegida es tan sólida como para expandir tu expresión artística más allá de tu control? ¿Tienes fuerza suficiente para bucear en apnea hasta tu propio límite? ¿Cómo estás seguro de que esta vez sí? ¿De quién es la voz de sí, esta vez sí, ya lo verás, confía? ¿Estás repleto de incertidumbre y, a pesar de todo, eres capaz de defender tu frágil certeza? ¿Cuánto tiempo va a recaer sobre tus espaldas la percepción del esta vez sí? ¿No es algo deforme cuanto oyes? ¿Cómo estás seguro de que lo que estás mirando frente a ti no es más que una sombra de tus anhelos? ¿Cómo saltar por encima de lo recorrido para lograr otro camino? ¿Tienes el tiempo para hacerlo? ¿Es esta la oportunidad para revolucionarte ulteriormente? ¿A qué te enfrenta, contigo mismo, esta o aquella historia? ¿Cómo sabrás descifrar los caminos no válidos? ¿Acertarás los nuevos acertijos? ¿Serán más espinosos esta vez?
¿Qué dejarás de ti? ¿Qué habrá de ti? ¿Cómo respetarás al otro? ¿Cómo aceptará el otro tu propia elección? ¿Cómo implicarás a los demás en este nuevo esta vez sí? ¿Cómo vas a hacer evidente la densidad estética: con un machete o con toallitas de bebé? ¿Es la historia tan, tan, tan maciza como para sostener las estampidas, los improperios, la quemazón, el gracejo inútil de quienes se han subido al carrusel? ¿Es tan incorruptible el armazón elegido que podrá soportar la acidez de micciones? ¿Cómo sabes que el contenedor está bien soldado? ¿Estás preparado para soportar la grietecita que pondrá en entredicho la presión de tu historia? ¿Cómo sabes que podrás recuperar, en caso de perder solidez, la fe inquebrantable? ¿Cuánto es el tiempo máximo que dura la tenacidad?
¿Se pueda andar por las sendas estéticas con una sola motivación? ¿Cuál es la motivación más adecuada: lo empresarial, lo estético, lo político, lo ético…? ¿Existe un nexo de unión? ¿Qué buscas en ti interesante para los demás? ¿Quién domina esta elección tuya realmente? ¿Tú? ¿Otros? ¿Es tu elección o es la de otros? ¿Si fuese tuya sería un muro de lamentos o un altar de ofrendas colmado de rezos? ¿Cuánto miedo tienes? ¿Cómo lo gestionas?
¿Cómo vas a traducir el aprendizaje tosco y dolorido por el nuevo aprendizaje? ¿Serás capaz de transformarte? ¿Cómo serás ante este nuevo entramado estético? ¿Tu transformación será dura y lamentosa como la muda de un bogavante o fluida como la de una crisálida?
¿Sabes que toda nueva andadura estética conlleva una revisión axiológica? ¿Sabes cuáles son tus verdades? ¿Sabes que no se puede adoptar estéticas ajenas como fundamentos de tu verdad? ¿Sabes que copiar no es crear? ¿Qué es realmente lo que sabes? ¿Sabes caminar o crees caminar? ¿Has visto alguna vez tu cima estética? ¿Crees que tu historia merece tocarla? ¿De qué sirve esta nueva historia elegida? ¿Es una historia para estacionarte en algún campamento base de tu montaña mágica o con la que intentar tocar tu propio cielo?
¿Cómo…? ¿Quiénes? ¿Cuánto…? ¿Qué…?
Volvamos al principio. Recobremos perspectiva. Preguntémonos cómo elegir una historia.
¿Y si elegir una historia no es más que preguntarnos si estamos preparados para cansarnos al preguntarnos incansablemente?